JUEGOS DE BOLOS EN LAS MERINDADES (BURGOS)

El juego de bolos en una o tres cureñas, forma una parte esencial del Patrimonio Cultural Inmaterial de las Merindades (Burgos). Es su más ancestral deporte tradicional.

Los bolos, transmitido siglo tras siglo, son un legado que se ha adaptado a las reglas del deporte moderno sin perder su propia esencia, convirtiéndose en uno de los más antiguos de Europa, con lejanas noticias de su práctica ya a principios del siglo XVI. Diversidad y riqueza caracterizaban a los juego de bolos, y hasta los albores del pasado siglo, era bastante habitual que se jugase tanto a bolos como a pasabolos en la misma cureña. Con el tiempo, sin embargo, la especialización produjo una escisión, y a lo largo de la segunda mitad del siglo XX, surgieron las dos modalidades deportivas actuales: Bolos Tres Tablones y Pasabolo Tablón.

En estas páginas intentaremos dar cabida tanto al deporte federado como al juego que no lo es, interesándonos por la profusa riqueza de las modalidades antiguas de bolos, no solo en las Merindades sino también en sus comarcas limítrofes burgalesas, cántabras y vascas (Comarca del Ebro, La Bureba, Sedano y las Loras, Valderredible, Campoo, Luena, Valles Pasiegos, Valle de Soba, las Encartaciones, Valle de Ayala, Valle de Valdegovía, etc.).

Nuestro campo de acción será principalmente los Bolos Tres Tablones, la modalidad más practicada en nuestra comarca, pero sin olvidar las otras porque todas forman parte de nuestro rico Patrimonio Cultural Inmaterial. 

Los bolos jugados en las Merindades desde tiempos inmemoriales, constituyen una de las más ancestrales y espectaculares manifestaciones de las actividades lúdico-populares que nos podemos encontrar en Europa.

Nos interesa principalmente la recuperación del juego de bolos en los pueblos de las Merindades, para lo cual promovemos iniciativas que intentan rescatar lo mejor del pasado proyectándolo en el siglo XXI:

Campeonato Histórico de Bolos de las Merindades.

Brazo Largo: Campeonato de Bolos Antiguo.

Torneo de los  Pueblos.

Las Merindades es una región histórica de gran transcendencia. Hace más de 2000 años, cántabros y autrigones poblaban sus tierras, y siglos más tarde, en sus valles más recónditos, surgió la Castilla más primitiva.

Tres objetivos fundamentales nos mueven al escribir estas líneas:

1. Revitalizar este tradicional juego promoviendo Escuelas de Bolos en los centros de enseñanza de las Merindades.

 Las Merindades sufren, como tantas comarcas, un lamentable proceso de aculturación, y están necesitadas de iniciativas ilusionantes que aglutinen a ayuntamientos, juntas vecinales, asociaciones de padres y madres, claustros de profesores… 

2. Crear un Mapa Etnográfico, que estudie los pueblos en los que se ha jugado a los bolos, y los límites o puntos de unión con otras modalidades (pasabolo tablón, bolo palentino, bolo pasiego, bolo burgalés...).

3. Grabar y, en caso de no poder hacerlo, fijar por escrito los recuerdos de los jugadores de bolos más veteranos. Su testimonio tiene un valor antropológico-cultural incuestionable. 

Los Bolos de las Merindades son cultura que debemos proteger, al igual que hacemos con las cuevas, las iglesias románicas o la naturaleza, por lo que  hemos propuesto a la Junta de Castilla y León su declaración como Bien de Interés Cultural de Carácter Inmaterial.

Recordemos que la UNESCO urge a los países a proteger y difundir los deporte y juegos tradicionales,  recomendando la promoción de los mismos en la escuela primaria y secundaria, muy especialmente en el área de educación física.

Leyenda e Historia

Los orígenes de los bolos se pierden en la noche de los tiempos, pero cuentan que hace más de mil años, en tiempos de los míticos Jueces de la naciente Castilla, los montañeses de estos primitivos lares norteños, se apostaban las armas e incluso los caballos con que debían combatir a los árabes, en apasionadas partidas de bolos. Se dice incluso que, casi otro milenio antes de que Laín Calvo o Nuño Rasura impartieran la legendaria justicia condal, los aguerridos cántabros que poblaban parte de estas tierras, ya se retaban en enconados desafíos de bolos, antes de atemorizar a las imperiales legiones romanas de Augusto.

Algunos quizás hayáis escuchado a los más ancianos, el relato de la mítica Cueva del Oro de los Barrancos de Dulla, recóndita cavidad en el corazón de las Merindades, que atesoraba bolas y bolos de oro, en cuyo interior se jugaban disputadas partidas nocturnas a la luz del preciado metal.

Los bolos constituyen un patrimonio cultural intangible con un pasado tan remoto que, buscando sus raíces, nos podríamos retrotraer a orígenes primigenios pues responde a un instinto elemental y primitivo, en el que se lanza un trozo de madera para derribar a otro que se alza en la distancia, como mero ejercicio de destreza, fuerza o puntería. 

En muchos mitos y leyendas hay un poso a través del cual se vislumbran, sin duda, hechos históricos, pero ateniéndonos a los datos puramente arqueológicos, nos tenemos que remontar más de 5000 años, en concreto al Imperio Antiguo del fastuoso Egipto para encontrarnos con vestigios que recuerden una práctica remota del juego de bolos. 

Muchas han sido las interpretaciones que se han suscitado sobre los bolos. Sus orígenes, fruto de su carácter ancestral, son tan remotos y oscuros que historiadores, filólogos, etnógrafos y antropólogos no tienen criterios consensuados, lo cual ha dado lugar a numerosas teorías (egipcia, celta, persa, griega, romana, árabe, centroeuropea, Camino de Santiago...). Además, pocas investigaciones hay en nuestra comarca al respecto, y siempre indirectas; a pesar de ello, tenemos una de las referencias escritas más antiguas de España  sobre los birlos, sinónimo de bolos, en el año 1530 en la Merindad de Valdivielso (Archivo de la Real Chancillería de Valladolid, Registro de Ejecutorias. Legajo 0218). Sabemos, asimismo, por documentos históricos que la  afición a los bolos era tan grande que, hasta los monjes de nuestro abandonado Monasterio cisterciense de Santa María de Rioseco, en el Valle de Manzanedo, no se privaban de jugar disputadas partidas en la que era, por el año 1610, su “renovada” bolera (Cadiñanos Bardeci, Inocencio. El monasterio cisterciense de Santa María de Rioseco. Historia y Cartulario. Villarcayo, 2002). Poco después, y antes de que mediara el siglo XVII, sabemos por las actas municipales, que los regidores de cuatro pueblos: Mozares, Campo, Torme y Miñón fueron sancionados con una multa de 200 maravedíes, porque prefirieron retarse a los bolos en el Soto de Villarcayo que acudir a la Junta de la Merindad de Castilla la Vieja (Díez de Salazar, L.M. (1983). La Merindad de Castilla la Vieja. Siglo XVII. El pasado histórico de Castilla y León. 2, Edad moderna, p.102. Burgos: Junta de Castilla y León). No fueron los únicos; por las mismas fechas y por motivos semejantes, nos informa el catedrático Manuel López Rojo que las Actas reflejan que fueron multados los regidores de Escaño, Escanduso, Tubilla y Cigüenza.

Los Bolos Tres Tablones: un juego que merece la pena  revitalizar recuperando prácticas antiguas 

El juego de bolos jugado en una o tres cureñas ha sido, durante cientos de años parte esencial de la identidad de nuestra tierra. La pasión por los bolos pervivió con gran intensidad, generación tras generación, hasta el comienzo de la emigración en los años cincuenta. Es entonces cuando se produce un cambio radical, las Merindades sufren la despoblación, y se resiente el juego por los inexorables cambios demográficos y sociales: nuevas ofertas de ocio, otros deportes, lo nuevo frente a lo antiguo...

El primer reglamento de Tres Tablones se aprobó por la Federación Española de Bolos, el 20 de diciembre de 1970. Tenía por base el proyecto presentado por la Federación Burgalesa de Bolos, con la conformidad de las Federaciones Vizcaína y Alavesa. El primer campeonato oficial se disputó en el año 1971 e incluyó también a la Federación Castellana (más tarde llamada Madrileña), pero el I Campeonato de España "oficioso" de parejas ya se organizó en el verano de 1970, en Trespaderne y el individual en Medina de Pomar. La paternidad de esta vertiente moderna hay que buscarla en los numerosos jugadores que empujaron a finales de los 60 para que se convirtiera en modalidad deportiva. Personas de lo más diversas que eran del norte de la provincia de Burgos (Valdeporres, Losa, Sotoscueva, Valdivielso, Tobalina…) y emigrados de la misma a Vizcaya, Álava o Madrid.

El hecho de convertir nuestro juego de bolos en la modalidad deportiva Bolos Tres Tablones fija y unifica reglas, lo cual constituye sin duda un hecho positivo. Los mejores jugadores se afilian a clubes y sociedades deportivas. Sin embargo, se comienza a adquirir bolas particulares cuando antes eran comunitarias y, como consecuencia, se abre un abismo mayor entre unos y otros jugadores; en muchos  pueblos comienza a dejar de jugarse, y se centraliza el juego en los clubes deportivos. La práctica deportiva se mantiene, pero el juego en los pueblos casi desaparece. 

Actualmente, los jugadores veteranos forman la mayoría. Falta un relevo generacional, por no haber sabido inculcar la afición a los bolos desde la infancia, no solo en los residentes en la comarca sino en los vinculados a ella por origen o apego. Asistimos, en consecuencia, a una lenta agonía que requiere una urgente y necesaria acción conjunta.

Si ahondamos un poco en la legislación autonómica, podemos leer como la Ley 3/2019 de la Actividad Físico-Deportiva de Castilla y León  en su capítulo VII artículo 24 dice claramente que ‹‹La Consejería competente en materia de deporte promocionará el deporte autóctono como elemento integrante y diferenciador de nuestra cultura, apoyando su conocimiento y práctica mediante su difusión dentro y fuera de la Comunidad Autónoma››. Dentro del deporte autóctono la Ley incluye al juego de Bolos Tres Tablones. Asimismo el artículo 63 de la Ley 12/2002, de 11 de julio, de Patrimonio Cultural de Castilla y León se indica que ‹‹cuando los bienes etnológicos inmateriales estén en riesgo de desaparición, pérdida o deterioro, la Consejería competente en materia de cultura promoverá y adoptará las medidas oportunas conducentes a su estudio, documentación y registro por cualquier medio que garantice su transmisión y puesta en valor››.

Paso a paso...

— Para empezar, nuestros jóvenes deben conocer la importancia cultural que el juego de bolos ha tenido en las Merindades, y tomar conciencia de la necesidad de protegerlo y potenciarlo. Es imprescindible el aporte didáctico (charlas, clases prácticas, apoyo a los maestros...) de los numerosos jugadores veteranos que residen en las Merindades, que deben ser los verdaderos transmisores de esta riqueza cultural.

— Asesoramiento permanente a los centros educativos formando al profesorado en el conocimiento teórico-práctico de los bolos, incluyéndolos en el proyecto curricular. El juego de bolos puede constituir una oferta formativa muy atractiva para nuestros niños, ya que la práctica de este deporte contiene cualidades que son fundamentales, y contribuyen de manera muy positiva al desarrollo infantil: habilidad, estrategia, liderazgo, trabajo en equipo...

— Estimular la práctica deportiva escolar, primando la educación en valores culturales sobre los puramente competitivos.

— Fomentar la investigación sobre los bolos en los archivos de las Merindades, creación de un mapa etnográfico de bolos, recopilación de la historia de los bolos en cada pueblo, museo didáctico...

— Estimular la creación artística: Bienal de los Bolos en las Artes Plásticas (pintura, escultura y fotografía).

— Recuperar el papel de los bolos como elemento socializador, dinamizador y de cohesión social. Es indudable que la recuperación de la práctica del juego de bolos favorece las relaciones en la comunidad y refuerza la identidad de las poblaciones rurales.

Oportunidades 

Al mismo tiempo, y dentro de la importancia que supone ahondar en el desarrollo sostenible de nuestra región,  se pueden crear diversos productos turísticos:

— Itinerario cultural visitando y jugando en las boleras más espectaculares, desde el punto de vista de la arquitectura popular (Entrambosríos, Virtus, San Pelayo, Fresno de Losa...)

— Formación de monitores en bolos que se conviertan en animadores socioculturales, y ofrecer la posibilidad de su práctica en las casas rurales, establecimientos hoteleros, oficinas de turismo...

— Crear un campeonato de las Merindades como producto turístico-cultural diferenciador y de calidad, y potenciarlo a través de los medios de comunicación.

— Favorecer la artesanía local (talla artesanal de bolos y bolas).

Torneos Infantiles

Los numerosos pueblos de las Merindades se llenan de niños en el verano. Es, precisamente, en ese período cuando más se puede incidir en la recuperación de los bolos, mediante la celebración de campeonatos infantiles, en los que prime más el aspecto lúdico y cultural que el competitivo. En estas edades tempranas, es cuando realmente se adquiere la afición a los bolos, y al participar en este tipo de concursos, los niños se sienten protagonistas e ilusionados de poder imitar a los mayores.

Solo hace falta encontrar una persona en cada pueblo que muestre un poco de interés en la iniciativa para organizar, por ejemplo, un campeonato infantil que rote por los pueblos de una merindad, un valle, un alfoz... Es bueno que cada año se realice en un pueblo distinto con independencia de la calidad de su bolera. Hay boleras modernas, pero hay otras que aún conservan las cureñas de madera, y sería una oportunidad para que los niños aprendiesen cómo jugaban nuestros padres, cuando había que plantar los bolos con arcilla y tirarlos al aire

En los niños y jóvenes, como están en etapa de desarrollo y crecimiento físico, hay que tener mucho cuidado con el peso de las bolas. Debe predominar más la técnica que la fuerza, por lo que  deberían tirar con una bola que realmente puedan manejar con facilidad. Se hacen menos bolos, pero se desarrolla mejor el estilo y la puntería.  Es razonable establecer la siguiente relación categorías-distancia:

— Pre benjamín (hasta 8 años): desde 5 metros los de 7 y 8 años,  y los más pequeños desde donde puedan. La distancia indicada es desde el cas al primer bolo.

— Benjamín (9 y 10 años): 6 metros.

— Alevín (11 y 12 años): 7 metros.

— Infantil (13 y 14 años): 8 metros.

Se podrían establecer más categorías como Cadete (15 y 16 años) o Juvenil (17 y 18 años) pero es bueno que a partir de esas edades en las que ya tiran desde el cas, se empiecen a medir con los adultos para coger experiencia.

En los premios otorgados se podría favorecer la artesanía local mediante la entrega, como trofeos, de micos o bolos de madera  sobre los que se indicaría los datos del premio: año, categoría, puesto conseguido...

Objetivos del Campeonato :

1. Preservar y revitalizar nuestro Patrimonio Cultural. 

2. Dinamizar la relación entre los diversos pueblos.